miércoles, 11 de diciembre de 2013

Entrevista a una estudiante de Terapia Ocupacional de la UACh


Por Maria Jose Águila

Catalina Álvarez Menz es estudiante de Terapia Ocupacional cursando primer año en la Universidad Austral de Chile, hace unos días con un grupo de sus compañeros llevaron a cabo un seminario sobre inclusión y las barreras arquitectónicas de dicha universidad.

Concordaron y concluyeron que, si el mundo estuviera hecho para todas y todos, no existiría el concepto de discapacidad, las personas con movilidad reducida podrían hacer todo, y no lo serían.  No existirían barreras ni problemas. Así mimo, el concepto reducido de integración, y habría una aceptación, respeto e inclusión frente a toda diversidad, entendiendo que vivimos en mundo multicultural y diversos en infinitos ejes.

El problema para Catalina y sus compañeras (os) está en realidad en que es un tema tabú en tanto para la sociedad como para la educación. Catalina nos comenta: “si desde pre-kínder te conversarán sobre inclusión, respeto, igualdad y te relacionaras con una persona con necesidades diversas, no existiría segregación, exclusión, discriminación ni mucho menos victimización; en cambio, como eso no ocurre, no se incluyen a las personas en colegios para todos y todas y estos tampoco cumplen los requisitos, en básica o media e incluso en la universidad, se juzga, se hiere, se victimiza,  o simplemente se desconoce la diversidad, renegando las necesidades y requerimientos de estas personas o simplemente no se piensan en ellos. Se piensa -¡ay pobrecito, hay que darle amor, o no le hables él es raro!- Y en realidad tan solo debemos tratarlos igual que a los demás”.

Nuestros terapeutas creen la inclusión se debe trabajar y llevar a cabo a lo largo de todas nuestras vidas, para incluir a todas y a todos en nuestra sociedad, tiene la visión de que deben trabajar para ellos en conjunto a todas las demás profesiones, de manera multidisciplinarias para lograr un objetivo en común, no como particulares o como en Chile, sólo en la Teletón, pues por ejemplo, de esta manera se sabría a ciencia cierta si la arquitectura de los edificios cumplen con los ángulos y requerimientos necesarios para a la accesión a estos lugares. Además creen que a diferencia de lo estipulado, a carreras como esta deberían entrar personas con diferentes necesidades puesto que ellos bien saben todo lo que deben hacer día a día, deben experimentar inclusión, entonces ¿qué mejor que desde la experiencia lograr una sociedad inclusiva y no integradora?


Catalina finalmente nos concluye: “dejando de lado la infraestructura, yo creo que en ciertas carreras, temas como la inclusión se conversan día a día (como la tuya y la mía), pero en la mayoría no es común que la gente se fije o se preocupe de esto, es como si no existieran estas diversas necesidades, las personas están siempre inmersas en sí mismas, en lo que tienen que hacer, y no se preocupan del resto, de la sociedad”.


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