Por Maria Jose Águila
Catalina Álvarez Menz es estudiante de Terapia
Ocupacional cursando primer año en la Universidad Austral de Chile, hace unos
días con un grupo de sus compañeros llevaron a cabo un seminario sobre inclusión
y las barreras arquitectónicas de dicha universidad.
Concordaron y
concluyeron que, si el mundo estuviera hecho para todas y todos, no existiría
el concepto de discapacidad, las personas con movilidad reducida podrían hacer
todo, y no lo serían. No existirían
barreras ni problemas. Así mimo, el concepto reducido de integración, y habría
una aceptación, respeto e inclusión frente a toda diversidad, entendiendo que
vivimos en mundo multicultural y diversos en infinitos ejes.
El problema para
Catalina y sus compañeras (os) está en realidad en que es un tema tabú en tanto
para la sociedad como para la educación. Catalina nos comenta: “si desde pre-kínder te conversarán sobre
inclusión, respeto, igualdad y te relacionaras con una persona con necesidades
diversas, no existiría segregación, exclusión, discriminación ni mucho menos
victimización; en cambio, como eso no ocurre, no se incluyen a las personas en
colegios para todos y todas y estos tampoco cumplen los requisitos, en básica o
media e incluso en la universidad, se juzga, se hiere, se victimiza, o simplemente se desconoce la diversidad,
renegando las necesidades y requerimientos de estas personas o simplemente no
se piensan en ellos. Se piensa -¡ay pobrecito, hay que darle amor, o no le
hables él es raro!- Y en realidad tan solo debemos tratarlos igual que a los
demás”.
Nuestros terapeutas
creen la inclusión se debe trabajar y llevar a cabo a lo largo de todas
nuestras vidas, para incluir a todas y a todos en nuestra sociedad, tiene la
visión de que deben trabajar para ellos en conjunto a todas las demás
profesiones, de manera multidisciplinarias para lograr un objetivo en común, no
como particulares o como en Chile, sólo en la Teletón, pues por ejemplo, de
esta manera se sabría a ciencia cierta si la arquitectura de los edificios
cumplen con los ángulos y requerimientos necesarios para a la accesión a estos
lugares. Además creen que a diferencia de lo estipulado, a carreras como esta
deberían entrar personas con diferentes necesidades puesto que ellos bien saben
todo lo que deben hacer día a día, deben experimentar inclusión, entonces ¿qué
mejor que desde la experiencia lograr una sociedad inclusiva y no integradora?
Catalina finalmente nos
concluye: “dejando de lado la
infraestructura, yo creo que en ciertas carreras, temas como la inclusión se
conversan día a día (como la tuya y la mía), pero en la mayoría no es común que
la gente se fije o se preocupe de esto, es como si no existieran estas diversas
necesidades, las personas están siempre inmersas en sí mismas, en lo que tienen
que hacer, y no se preocupan del resto, de la sociedad”.
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