miércoles, 11 de diciembre de 2013

¿Rechazo a la política inclusiva?

Por Sebastián Ripeti

En los últimos año, desde que a nivel global la inclusión empezó a generar ruido en distintos países, generando debate entorno a las medidas, de poco aplicarla, la necesidad, etc. En países más avanzados se puede ver que la implementación fue acorde a la realidad que se vivía en cada país, cada uno con sus especificidades y necesidades primarias. 

Ante lo cual, nos resalta la pregunta dado que la inclusión resulta tan positiva, ¿por qué no es llevada acabo?. Podemos deducir que pueden haber intereses económicos -específicamente con el ahorro- de que no existe la estructura necesaria en establecimientos educacionales para las personas que la necesitan. Muchos hablan por la mejora de las personas discapacitadas, pero no más allá de la integración y no una inclusión apta para lo que las personas necesitan.

A propósito de lo anterior, es esencial clarificar la diferencia entre ambas, por ejemplo, la inclusión para aplicarla en la educación es necesario cumplir 2 ejes fundamentales, uno sería defender la equidad y calidad educativa para todos los alumnos, sin excepciones y el otro es una lucha constante contra la inclusión y la segregación en la educación. Para lo anterior debe ocurrir un cambio en la mentalidad de la gente, desde las familias hasta las autoridades pertinentes. Ver: De la integración a la inclusión: un nuevo modelo educativo

Por su parte, la integración es más limitada aunque si bien cumple y aporta a ciertos requisitos que permiten dar una vida más digna a los discapacitados, no es lo que necesitamos como sociedad y termina siendo funcional a los intereses económicos de quienes no quieren gastar en los recursos necesarios y básicos aplicarla en un nuevo proyecto educativo, el cual sea inclusivo.


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